TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

martes, 18 de septiembre de 2012

(...)
-¿En qué pensás, Martín?
-¿Eh?
-Estás en la luna.
-No, en la selva. Mí Tarzán, tú Jane.
-¿Jugamos?
-Yes. Mí ser hombre mono salvaje y noble de la jungla. Tú Jane, mujer blanca.
-No.
-¿No querer jugar conmigo? Entonces Martín llorar lágrimas de sangre, sniff.
-Jugar sí. No querer ser Jane.
-¿Por qué? Jane buena, hermosa y norteamericana.
-Por eso. No querer ser buena, hermosa y norteamericana como Jane. No querer andar siempre con ropa. Mí querer ser perversa pagana ojos verdes largas uñas coloradas...
-... y sin ropa.
-Claro. Mí ser La, Suma Sacerdotisa de Opar. ¿Estar de acuerdo, Tarzán?
- Sípi.
-Buepenopo.
-¿Mí salvarte de tarmangani libidinoso?
-Nopo. Tú prisionero de Opar y víctima del sacrificio.
-Jad-Bal-Ja venir pronto y salvar a Tarzán.
-Jad-Bal-Ja estar en otro tomo. En este solo Tarzán y La. Cama ser el altar. Yo tener que sacar tu corazón con cuchillo de obsidiana.
-Obsidiana ser azteca, nosotros estar en África.
-Obsidiana importada del teocali de Cholula. Silencio. Tarzán quedar quieto porque estar todo atado.
-Cierto. Esquiusmi, plis. ¿Así?
-Ajá. Tarzán buen muchacho, portarse bien.
-¡Epa! ¿Para qué querer sábana?
-Para hacer túnica de La. Envolver cuerpo: uno, dos, tres, eso es, ya está. ¿Gustarte mucho, Rey de la Selva?
-Gustar mucho, mucho, mucho. Parecer vestido de Manolo Lamarca. ¿Pero no decir que La andar sin ropa?
-Después del sacrificio, cuando alzar corazón caliente de Tarzán a los dioses.
-¿Y entonces por qué sacar mi taparrabos ahora? ¡Despacio, loca!
-Víctima tener que estar toda desnuda entera.
-Víctima cagarse de frío.
-Víctima joderse.
-Suma Sacerdotisa malvada cruel.
-Suma Sacerdotisa prepararse. Caminar lentamente. Haber música sagrada. ¿Escuchar la música sagrada, Tarzán?
-Escuchar gong. ¡Bóóóóiiiing!
-Bien.
-Ahora clavicémbalo.
-No, equivocar épocas. Clavicémbalo ser barroco y nosotros estar en primitiva Africa ruge.
-Perdón. ¿Charango?
-Tampoco. Eso ser folklore.
-¿Bandoneón?
-Eso ser tango. ¡Martín! ¡Estar haciendo trampas! Concentrarse. Escuchar bien. Primero el gong, después...
-...el tam tam. ¡Tam tampatám pan púm!
-Okey. Ahora La, Suma Sacerdotisa de Opar, avanzar lentamente por nave del templo hacia el ara.
-Tarzán sacar músculos para romper ligaduras.
-Todavía no. La cada vez más cerca. Cerca, cerca, cerca. Ahora junto al altar.
-Tarzán contemplar hermosa mujer despiadada. ¡Estirar la mano y arrancar la túnica!
-No importar. La estar en trance. Sacrificio ser todo. Alzar los ojos al cielo, ofrendar el cuchillo, bajar después los ojos y contemplar... ¡Pero Tarzán!
-¿Qué?
-Estar haciendo trampas de nuevo.
-Tarzán no tener la culpa. Ver Suma Sacerdotisa destunicada y sentir cosquillitas allá abajo.
-Su arma ser más poderosa que la mía. Y más linda. ¿Importada como mi cuchillo? ¿Madinusa madininglan madinjapan omadinfrance?
-Industria argentina. De nacimiento. Venir puesta.
-¿Regalo de la mamá de Tarzán? ¡Qué encanto!
-Sí. Aunque no estar seguro si fue Lady Greystoke o Kala. ¡Che, fanática, antropofága, esperá un cachito!
-¿Cómo? ¿No regalar a La, Suma Sacerdotisa de Opar?
-No regalar nada. Recuerdos de mamita no regalarse.
-Tarzán malísimo, antipático, odioso.
-Bueno, entonces prestar un ratito. ¿Sí?
-Sí.
-Dale.
-¿Así?
-Así. Despacito. Así.

Eduardo Gudiño Kieffer, en Guía de pecadores (1972).

martes, 4 de septiembre de 2012

Algún día

Algún día te escribiré un poema que no mencione el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores, que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones, con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día te escribiré un poema, el canto de mi dicha.

Darío Jaramillo Agudelo.
Yo huelo a ti.
Me persigue tu olor, me persigue y me posee.
No es este olor un perfume sobrepuesto sobre ti,
no es el aroma que llevas como una prenda más:
es tu olor más esencial, tu halo único.
Y cuando, ausente, mi vacío te convoca,
una ráfaga de ese aliento me llega del lugar más tierno de la noche.
Yo huelo a ti
y tu olor me impregna después de estar juntos en el lecho,
y ese fino aroma me alimenta,
y ese aliento esencial me sustituye.
Yo huelo a ti.

Darío Jaramillo Agudelo.