TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

sábado, 31 de marzo de 2012

Mi segunda muerte fue así

7.
Entonces tuve hambre y me metí en el restorán chino de Macuto. Me senté junto a la puerta, para recibir la brisa fresca que venía del mar.
Al fondo del restorán había una muchacha comiendo sola. La vi de perfil; casi no  me fijé. Además, soy corto de vista, y no llevaba lentes.
No recuerdo lo que comí. Arrollados, supongo, y sopa o pollo saltado o algo así. Bebí cerveza, que es siempre preferible a un vino malo. Me tomé la cerveza como a mí me gusta, con la espuma helada en los labios y el líquido dorado atravesando la espuma de a poco y rozándome los dientes.
Comiendo me olvidé del temblor del mentón. La mano llevaba con firmeza el tenedor a la boca.
Alcé la mirada. La muchacha pálida se acercaba, con pasos lentos, desde el fondo.
Levantó del suelo una flechita de papel y la rompió en pedacitos. La miré, me miró.
-Te mandé un mensaje -me dijo.
Tragué saliva. Sonreí disculpándome.
-Sentate -la invité.
-No me di cuenta-dije.
Le pregunté qué decía el mensaje.
-No sé -dijo.
-Sentate -repetí, y corrí una silla.
Movió la cabeza; vaciló. Por fin se sentó. Miraba el piso, incómoda.
Quise seguir comiendo, pero me costaba.
-Se ve que no tomás sol -le dije.
Se encogió de hombros.
El resto de la comida se me enfrió en el plato.
Ella extendió la mano, buscando un cigarrillo. Alcancé a ver las cicatrices de los tajos en la muñeca.
Le encendí el cigarrillo. Tosió.
-Son fuertes -dijo.
Examinó el paquete, lo dio vuelta en la mano:
-No son de acá -dijo.
La luz le lamía la cara. Era hermosa, a pesar de la palidez y la flacura. Me clavó los ojos y yo deseé que sonriera y no supe cómo.
-¿Sabés por qué te tiré la flechita? -preguntó, y dijo-: Porque tienes cara de loco.
Creo que había una música china, lastimera, sonando bajito. Una voz de mujer, si no me equivoco, que se cortaba en la mitad de cada queja.
-Yo nunca tomo sol -dijo-. Me paso todo el día encerrada en mi cuarto.
-¿Y qué hacés, encerrada?
-Espero -me dijo.

Eduardo Galeano, en Días y noches de amor y de guerra.
Me alimento de música y de agua negra. Soy tu niña calcinada por un sueño implacable.
Alejandra Pizarnik.

35

Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego, de silencio ingenuo, de piedras verdes, en la casa de la noche, déjate caer y doler, mi vida.
Alejandra Pizarnik.

El Leteo (fragmento)

Para ahogar mis sollozos apagados
solo preciso tu profundo lecho.
El poderoso olvido habita entre tus labios
y fluye de tus besos el Leteo.

Charles Baudelaire.

lunes, 5 de marzo de 2012

Sí sí

cuando Dios creó el amor no ayudó mucho
cuando Dios creó a los perros no ayudó a los perros
cuando Dios creó las plantas no fue muy original
cuando Dios creó el odio tuvimos algo útil

cuando Dios me creó a mi, bueno, me creó a mí

cuando Dios creó al mono estaba dormido
cuando creó a la jirafa estaba borracho
cuando creó las drogas estaba drogado
y cuando creó el suicidio estaba deprimido

cuando te creó a ti durmiendo en la cama
sabía lo que hacía
estaba borracho y drogado
y creó las montañas y el mar y el fuego al mismo tiempo
cometió algunos errores
pero cuando te creó a ti durmiendo en la cama
se derramó sobre su Bendito Universo

Charles Bukowski