TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

domingo, 27 de mayo de 2012

Algún día encontraré una palabra...

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.

Roberto Juarroz.

jueves, 17 de mayo de 2012

Como la primavera

Como un ala negra tendí mis cabellos
sobre tus rodillas.
Cerrando los ojos su olor aspiraste
diciéndome luego:
-¿Duermes sobre piedras cubiertas de musgos?
¿Con ramas de sauces te atas las trenzas?
¿Tu almohada es de trébol? ¿Las tienes tan negras
porque acaso en ellas exprimiste un zumo
retinto y espeso de moras silvestres?

¡Qué fresca y extraña fragancia te envuelve!
Hueles a arroyuelos, a tierra y a selvas.
¿Qué perfume usas? Y riendo le dije:
-¡Ninguno, ninguno!
Te amo y soy joven, huelo a primavera.

Este olor que sientes es de carne firme,
de mejillas claras y de sangre nueva.
¡Te quiero y soy joven, por eso es que tengo
las mismas fragancias de la primavera!

Juana de Ibarbourou.

martes, 15 de mayo de 2012

Nunca estoy solo

De veras, nunca estoy solo.
Tan solo estoy triste 
cuando tus ojos 
huyen 
del sitio 
en que debimos 
encontrarnos por la tarde. 

Ahora
se pudre la espera 
debajo del tiempo, 
del tiempo que se ríe 
de mí, gran amador, 
desprovisto de amada 
en búsqueda siempre

Otto René Castillo.

Preguntas

¡Escríbeme qué llevas puesto! ¿Es cálido?
¡Escríbeme en qué duermes! ¿Es también blando?
¡Escríbeme qué aspecto tienes! ¿Sigue siendo el mismo?
¡Escríbeme qué echas de menos! ¿Mi brazo?
¡Escríbeme cómo te va! ¿Te respetan?
¡Escríbeme qué andan haciendo! ¿Tienes bastante valor?
¡Escríbeme qué haces tú! ¿Sigue siendo bueno?
¡Escríbeme en qué piensas! ¿En mí?
¡La verdad es que sólo tengo preguntas para ti!
¡Y espero con ansiedad la respuesta!
Cuando tú estás cansada, nada puedo llevarte.
Si pasas hambre, no puedo darte de comer.
Así que estoy como fuera del mundo,
perdido, como si te hubiese olvidado.

Bertol Brecht.

sábado, 12 de mayo de 2012

Invencibles

Amor, nosotros somos invencibles.

De historia y pueblo estamos hechos.
Pueblo e historia conducen al futuro.

Nada es más invencible que la vida;
su viento infla nuestras velas.

Así triunfarán pueblo, historia y vida
cuando nosotros alcancemos la victoria.

Amanece ya en la lejanía de nuestras manos.
Y la aurora se despierta en nosotros,
porque somos los constructores
de su casa, los defensores de sus luces.

Ven con nosotros que la lucha continúa.
Levanta tu orgullo miliciano, muchacha.

¡Nosotros venceremos, mi dulce compañera!

Otto René Castillo

jueves, 10 de mayo de 2012

No quiero

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.
No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos
que decreten lo que es poesía.

No quiero amar en secreto,
llorar en secreto
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO...
Ángela Figuera Aymerich.

Carta al amante

Por recorrer tu piel a pedacitos
olvidé la piel agrietada
de la patria,
dejé de andar por sus caminos,
no llegué hasta sus aldeas,
ignoré el hambre y la violencia,
sumergida en un orgasmo inacabable.
Así me fui volviendo caracol.
Me fui volviendo tortuga,
oculta en las profundidades de su casa.
Vivía inútil, cantando
como la cigarra de la fábula.
Mi casa no tenía puertas ni ventanas.
Monumental, ¡el egoísmo me envolvía
en su crisálida!
Sin embargo, nuestro amor crecía.
Nuestro amor, que ha sido
un diálogo de años.
Un amarnos a besos,
a golpes a mordiscos.

Carmen Matute.

Soneto de tus vísceras

Harto ya de alabar tu piel dorada
tus externas y muchas perfecciones,
canto al jardín azul de tus pulmones
y a tu tráquea elegante y anillada.
Canto a tu masa intestinal rosada,
al bazo, al páncreas, a los epiplones,
al doble filtro gris de tus riñones
y a tu matriz profunda y renovada.
Canto al tuétano dulce de tus huesos,
a la linfa que embebe tus tejidos,
al acre olor orgánico que exhalas.
Quiero gastar tus vísceras a besos,
vivir dentro de ti con mis sentidos...
yo soy un sapo negro con dos alas.

Baldomero Fernández Moreno.

domingo, 6 de mayo de 2012

Lo que pasa

Yo te entregué mi sangre, mis sonidos,
mis manos, mi cabeza,
y lo que es más, mi soledad, la gran señora,
como un día de mayo dulcísimo de otoño,
y lo que es más aún, todo mi olvido
para que lo deshagas y dures en la noche,
en la tormenta, en la desgracia,
y más aún, te di mi muerte,
veré subir tu rostro entre el oleaje de las sombras,
y aún no puedo abarcarte, sigues creciendo
como un fuego,
y me destruyes, me construyes, eres oscura como la luz.

Juan Gelman.

viernes, 4 de mayo de 2012

59

‎-Hacer una bruja.
-Las brujas nacen; no se hacen.
-En el borde del bosque hay una.
-¿Y tuvo maridos? ¿Los tienen las brujas?
-Sí, esta al parecer tuvo varios. Parece que muchísimos. Parece que incontables.
Él quedó alelado.
-¿Su edad?
-Pues, no sé, no tiene edad; es una bruja.
¿Qué edad va a tener? Es bruja.
Se separó y fue a espiarla, a mirarla.
Ella (vio él con asombro) estaba como en un desamparo. Trabajando en el mortero, picaba magnolia, mandrágora, perejil, azucena, nardo, espinas de puercoespines (unas muy largas que hasta parecían tener diamantes), pero solo eran espinas de puercoespines; y testículos de rana y otro poco de perejil.
-Señora Azucena.
-Señora Arcusa.
-Señora Areusa.
-Señora Hermenegilda.
(Son nombres de bruja.)
No acertaba.
La señora bruja no contestaba; tenía un vestido largo llegándole al suelo, pero abierto por todos lados, por donde se le veían los gruesos muslos y la barriga, bella, plana como de virgen.
Y estaba descalza, los senos fuera con las puntas lilas, por donde habrían pasado despacio o ligero, según el caso, aquellos interminables maridos.
La cara estaba cerrada como un altar, como una caja, no daba indicios.
Él se dijo:
-Aunque ella lo quisiese, no sé por qué, por nada del mundo, la tomaría. ¿Tal vez por ese impresionante desfile de maridos? No, por eso no era, no.
Apenas pensó tales cosas, comenzaba ya la ansiedad, una angustia terrible, que no paró más. Quería tocarla, contarle los senos. Parecía ahora eran muchos. Y estar como en ramos.
Ella picó un poco más de azucena y echó en la olla. Luego horneó todo. Luego, cerró herméticamente el mortero. Y con pausa se quitó el delantal, de donde caían unas hojas de muérdago, y otras de cristal, y cosas oscuras.
Nunca lo miró, no lo advirtió siquiera. Él tenía miedo de que se le prendiese de un pelo como un buitre, que volara y se subiese a un árbol, o se le quedara en la ropa para siempre como una mariposa. Estampada.

Marosa Di Giorgio,
en Camino de las pedrerías (1997).