TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

viernes, 27 de enero de 2012

Anoche soñé. En el sueño estaba acostada en una cama grande, grande y confortable. Soñé que deslizabas un cuchillo por mi cuerpo, pero no había nada de amenazante en ese acto. Lo deslizabas suavemente, me acariciabas con el cuchillo. El sueño se corta luego; me desperté agitada, exhausta. Extraño. Pero si te veo con un cuchillo cerca... No sé como haré para no tentarme y contarte mi sueño.

miércoles, 25 de enero de 2012

La princesa está triste ¿qué tendrá la princesa?
La princesa no ríe, la princesa no siente.
La princesa está triste, la princesa está pálida.

Así dice Ruben Darío en su Sonatina, pero yo sé que la princesa no se cree tan princesa, y que si está triste y pálida, es porque anda refugiada en esas vagas ilusiones también mencionadas por el poeta. Si la princesa está triste no es por falta de príncipes (que ella no necesita), sino por falta de ilusiones más nuevas y poderosas, más absolutamente lisérgicas. ¿Y quién dice que no siente? ¿Y qué tiene que ver que esté pálida? Bah, me enojo sola yo... Si no te mando a la mierda Rubén Darío es porque me enamoré de otras letras tuyas, nomás por eso estás perdonado... Es difícil enojarse con un poeta. Es difícil alejarme de vos.

(No se puede andar encubriendo tantos nombres, que lo parió, es condenadamente difícil, poeta)

miércoles, 18 de enero de 2012

Diario de Eva (fragmento)

Estuve siguiendo al otro Experimento ayer a la tarde, a la distancia, para ver si podía darme cuenta de para qué servía. Pero no pude descubrirlo. Creo que es un hombre. Nunca había visto a un hombre, pero parece uno de ellos, y estoy segura de que es lo que es. Me doy cuenta de que siento más curiosidad acerca de él que respecto de cualquiera de los demás reptiles. Si es que se trata de un reptil, y supongo que sí: porque tiene el cabello desaliñado y ojos azules, y parece un reptil. No tiene caderas; se va angostando como una zanahoria; cuando está parado se estira como una grúa; por eso, creo que es un reptil aunque podría ser solo una fachada.
Le temía al principio y, cada vez que se daba vuelta, empezaba a correr, porque creía que iba a perseguirme; pero poco a poco me di cuenta de que solo trataba de escaparse, así que después de eso abandoné mi timidez y seguí sus rastros durante varias horas, unas veinte yardas atrás, lo que lo ponía nervioso e incómodo. Al final, se preocupó bastante y se subió a un árbol. Yo esperé un buen rato, luego lo abandoné y me volví a casa.

En Diarios de Adán y Eva, Mark Twain.

viernes, 13 de enero de 2012

Amor:

S. Insanía temporaria curable mediante el matrimonio, o alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el mal. Esta enfermedad, como las caries o muchas otras, solo se expande entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos, son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente para el médico que para el enfermo.

En Diccionario del diablo, Ambrose Bierce (1881).

lunes, 9 de enero de 2012

En un banco...

En un banco,
meneando aburrida mis zapatos de bruja,
yo veía al invierno entrar y salir,
flirtear con el aire y sentarse finalmente a mi lado.
(Otro -pensé- que tampoco tiene nada que hacer
esta tarde.)

Ya me iba a levantar cuando descubrí su espalda
en la ventana de enfrente.
Usted hablaba con alguien.

Y en ese mismo momento
-Ios libros, cómo no, resbalaron patosos desde la falda
hasta el suelo-
se volvió a mirarme.

Almudena Guzmán

Oda al invierno

El invierno es todo frutas y linternas
Olvidadas y esqueletos santos de palomas
En el bosque. El invierno besa, enamorado,
Los labios gloriosos de la vid con sus labios
De granizo, y se duerme sobre ella.
El invierno puede venir un día, blandamente,
Por el valle y, cual un fósforo en la mano,
Llevarse una vida a su ciudad como un ladrón.
El invierno enjoya al hombre tristemente,
El invierno lava tumbas de monarcas
Y mendigos, y corona el áureo y viejo otoño
Con un rayo de ceniza en la cabeza. Respetad
Al invierno, la antigüedad de sus plantas,
Su cetro de rocío en la espesura; respetad
Los rostros eternos de los árboles y el viento
En su dominio, cuando cesa todo en torno
Y él se inclina, carcomido y sonoro, como un piano
En un estanque o como un muerto en una tumba.

En Reinos, Eduardo Eielson, (1944).

El despertar

                                A León Ostrov

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios

Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo

Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos

Señor
El aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre

Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada.

Señor
Tengo veinte años
También mis ojos tienen veinte años
y sin embargo no dicen nada

Señor
He consumado mi vida en un instante
La última inocencia estalló
Ahora es nunca o jamás
o simplemente fue

¿Cómo no me suicido frente a un espejo
y desaparezco para reaparecer en el mar
donde un gran barco me esperaría
con las luces encendidas?

¿Cómo no me extraigo las venas
y hago con ellas una escala
para huir al otro lado de la noche?

El principio ha dado a luz el final
Todo continuará igual
Las sonrisas gastadas
El interés interesado
Las preguntas de piedra en piedra
Las gesticulaciones que remedan amor
Todo continuará igual

Pero mis brazos insisten en abrazar al mundo
porque aún no les enseñaron
que ya es demasiado tarde

Señor
Arroja los féretros de mi sangre

Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón

Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas

Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo

En Las aventuras perdidas, Alejandra Pizarnik (1958).

Sonatina

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa? 
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida en su silla de oro, 
está mudo el teclado de su clave sonoro, 
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestido de rojo piruetea el bufón. 
La princesa no ríe, la princesa no siente; 
la princesa persigue por el cielo de Oriente 
la libélula vaga de una vaga ilusión. 

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China, 
o en el que ha detenido su carroza argentina 
para ver de sus ojos la dulzura de luz? 
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, 
o en el que es soberano de los claros diamantes, 
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz? 

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa 
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa, 
tener alas ligeras, bajo el cielo volar; 
ir al sol por la escala luminosa de un rayo, 
saludar a los lirios con los versos de mayo 
o perderse en el viento sobre el trueno del mar. 

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata, 
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata, 
ni los cisnes unánimes en el lago de azur. 
Y están tristes las flores por la flor de la corte, 
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte, 
de Occidente las dalias y las rosas del Sur. 

¡Pobrecita princesa de los ojos azules! 
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, 
en la jaula de mármol del palacio real; 
el palacio soberbio que vigilan los guardas, 
que custodian cien negros con sus cien alabardas, 
un lebrel que no duerme y un dragón colosal. 

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida! 
(La princesa está triste, la princesa está pálida) 
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil! 
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe, 
la princesa está pálida, la princesa está triste, 
más brillante que el alba, más hermoso que abril! 

-<<Calla, calla, princesa- dice el hada madrina-; 
en caballo, con alas, hacia acá se encamina, 
en el cinto la espada y en la mano el azor, 
el feliz caballero que te adora sin verte, 
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, 
a encenderte los labios con un beso de amor».

En Prosas profanas y otros poemas, Ruben Darío.

domingo, 8 de enero de 2012

La Venus de las Pieles (fragmento)

-¡Sí, hágalo! -exclamé devorado por el terror y el placer-. Si un matrimonio no puede fundarse más que en la igualdad y el consentimiento mutuo, las más grandes pasiones se originan, en cambio, en los contrastes extremos. Nosotros dos somos esa constelación, pues nos hallamos uno frente al otro casi como dos fuerzas enemigas. De allí nace ese amor en mí, que es en parte odio y en parte temor. En tal relación solo puede ser uno el martillo y el otro el yunque. Yo quiero ser el yunque. No podría ser feliz si mirara a mi amada desde un escalón superior. Quiero adorar a una mujer, y eso solo puede ocurrir si ella es cruel conmigo.
-Pero, Severin, -dijo Wanda, casi colérica-, ¿en verdad me considera capaz de maltratar a un hombre como usted? Solo se puede amar de veras lo que está por encima de nosotros; es decir, a una mujer que nos subyugue por su belleza, su temperamento, su espíritu y su energía y que además, nos coloque bajo su tiranía.
-Pero ¿lo que a otros produce rechazo, a usted le atrae?
-Así es. Así soy yo.
-Bueno, al fin y al cabo, en sus pasiones no hay nada tan extraño o singular, pues ¿a quien no ha de gustarle un lindo abrigo de pieles? Además todo el mundo reconoce y siente el parentesco entre la lujuria y la crueldad.
-En mi caso eso se da en grado sumo -le contesté.
-Eso quiere decir que la razón no tiene en usted ninguna función. Su naturaleza es de una extrema debilidad y de máxima entrega sensual.
-Me pregunto si los mártires fueron de naturaleza débil.
-¿Los mártires?
-Creo que, por el contrario, fueron de naturaleza hipersensible, almas lascivas, pero no débiles, y encontraron goce en el dolor. Buscaron las torturas más horribles, incluso la muerte, como otros buscan la felicidad. Y así soy yo, un hipersensible, mi querida Señora.
-Tenga cuidado de no tornarse un mártir del amor, de volverse mártir por una mujer.

En La Venus de las Pieles, Leopold Von Sacher Masoch (1870).

sábado, 7 de enero de 2012

Introducción a la teología

En aquellos días descubrí a María Padilha.
Ella había nacido en los bajos fondos de Río; y en pocos años había invadido los barrios pobres del norte de la ciudad.
Tenía el tamaño de una mujer.
Vestía medias de seda y pollera muy corta, abierta en un tajo, que mostraba la liga y desnudaba los muslos, y una blusa ceñida, a medio abrir, por donde saltaban los pechos. Estaba cubierta de pulseras y collares que le ofrendaban sus fieles. Entre los dedos de largas uñas rojas, alzaba un cigarrillo rubio con filtro.
La figura de cera de María Padilha montaba guardia a las puertas de las tiendas de umbanda. Pero donde ella realmente vivía era en los cuerpos de sus sacerdotisas de los terreiros. María Padilha entraba en esa mujeres y desde ellas reía a carcajadas, bebía, fumaba, recibía consultas, daba consejos, desfacía entuertos y hasta era capaz de seducir al Diablo para conseguir que ayudara a quien lo anduviera precisando.
María Padilha, diosa maldita, puta divinizada, encarnaba en las mujeres que eran, en la vida real, putas profesionales. Ellas se encarnaban a sí mismas, en cierto modo, pero al revés. Cada ceremonia era un ritual de dignidad. ¿Creían que era una perra? Soy una diosa.


En Días y noches de amor y de guerra, Eduardo Galeano (1975).

viernes, 6 de enero de 2012

Ayer soñé que te me alejabas.
Extraño los sueños en los que te tenía bien cerca...