TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

domingo, 8 de enero de 2012

La Venus de las Pieles (fragmento)

-¡Sí, hágalo! -exclamé devorado por el terror y el placer-. Si un matrimonio no puede fundarse más que en la igualdad y el consentimiento mutuo, las más grandes pasiones se originan, en cambio, en los contrastes extremos. Nosotros dos somos esa constelación, pues nos hallamos uno frente al otro casi como dos fuerzas enemigas. De allí nace ese amor en mí, que es en parte odio y en parte temor. En tal relación solo puede ser uno el martillo y el otro el yunque. Yo quiero ser el yunque. No podría ser feliz si mirara a mi amada desde un escalón superior. Quiero adorar a una mujer, y eso solo puede ocurrir si ella es cruel conmigo.
-Pero, Severin, -dijo Wanda, casi colérica-, ¿en verdad me considera capaz de maltratar a un hombre como usted? Solo se puede amar de veras lo que está por encima de nosotros; es decir, a una mujer que nos subyugue por su belleza, su temperamento, su espíritu y su energía y que además, nos coloque bajo su tiranía.
-Pero ¿lo que a otros produce rechazo, a usted le atrae?
-Así es. Así soy yo.
-Bueno, al fin y al cabo, en sus pasiones no hay nada tan extraño o singular, pues ¿a quien no ha de gustarle un lindo abrigo de pieles? Además todo el mundo reconoce y siente el parentesco entre la lujuria y la crueldad.
-En mi caso eso se da en grado sumo -le contesté.
-Eso quiere decir que la razón no tiene en usted ninguna función. Su naturaleza es de una extrema debilidad y de máxima entrega sensual.
-Me pregunto si los mártires fueron de naturaleza débil.
-¿Los mártires?
-Creo que, por el contrario, fueron de naturaleza hipersensible, almas lascivas, pero no débiles, y encontraron goce en el dolor. Buscaron las torturas más horribles, incluso la muerte, como otros buscan la felicidad. Y así soy yo, un hipersensible, mi querida Señora.
-Tenga cuidado de no tornarse un mártir del amor, de volverse mártir por una mujer.

En La Venus de las Pieles, Leopold Von Sacher Masoch (1870).

No hay comentarios:

Publicar un comentario