Cuando acabé el dibujo vi que era una hermosa niña alada. Una habitante del aire que me miraba como preguntándome:
-¿Para qué me has traído?
Yo dudé si responder o no.
Pero no pude evitar pensar:
-Para admirar tu belleza.
Hubo silencio... pero sonrió.
En Cuaderno de viajes de Ciruelo, Ciruelo Cabral (2004).
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