TUYA ES LA SOLEDAD A MEDIANOCHE
TUYOS LOS ANIMALES SABIOS QUE PUEBLAN TU SUEÑO
EN ESPERA DE LA PALABRA ANTIGUA
TUYO EL AMOR Y SU SONIDO A VIENTO ROTO

martes, 6 de diciembre de 2011

Cumbres borrascosas (fragmento)

En su ardor, se incorporó y se apoyó en el brazo del sillón. Ante el apremiante llamado, él se volvió para mirarla, con aire de completa desesperación. Sus ojos grandes, abiertos y húmedos la miraban con llamaradas feroces; su pecho se movía convulsivamente. Por un instante permanecieron a distancia, pero pronto se unieron de nuevo, no sé cómo; Catalina dio un salto y él la abrazó y la retuvo tan fuertemente que creí que mi ama no saldría viva de ese abrazo; realmente, me pareció que estaba completamente insensible. Él se arrojó sobre la silla más próxima. Como yo avanzara vivamente para ver si ella se había desmayado, la atrajo nuevamente hacia sí con vehemencia. Tuve la impresión de no estar ya en compañía de criaturas de mi especie. Parecía que no querían oírme, aunque yo les hablara; de modo que me aparté y retuve mi lengua, llena de perplejidad.
Un movimiento de Catalina me tranquilizó un poco; alzó la mano para enlazar el cuello de Heathcliff y apoyar la mejilla en la suya; mientras él, cubriéndola de caricias frenéticas, le decía salvajemente:
-Ahora me muestras como has sido de cruel conmigo; cruel y falsa. ¿Por qué me has despreciado? ¿Por qué traicionas tu corazón, Catalina? No te diré ni una palabra de consuelo. Mereces tu suerte. Te has matado a ti misma. Sí, puedes besarme y llorar; y arrancarme besos y llantos; te secarán, te condenarán. Tú me amabas; ¿qué derecho tenías de dejarme? ¿Qué derecho, respóndeme, al pobre capricho que has sentido por Linton? Ni la miseria, ni la degradación, ni la muerte, ni nada de lo que Dios o Satanás podrían infligirnos nos hubiera separado; pero tú, por tu propia voluntad, lo has hecho. Yo no te he roto el corazón... Tú misma te lo has roto; y al romperlo, has roto el mío. Peor para ti si soy fuerte. ¿Necesito vivir? ¿Qué clase de vida será la mía cuando tú...? ¡Oh, Dios mío! ¿Te gustaría vivir con tu alma en la tumba?
-¡Déjame sola! ¡Déjame sola! -sollozaba Catalina-. Si he hecho mal, muero por ello. ¡Esto basta! Tú también me abandonaste. Pero no te haré reproches. Te perdono. ¡Perdóname!
-Es difícil perdonar y mirar esos ojos y tocar esas manos descarnadas. Bésame de nuevo; ¡y no me dejes ver tus ojos! Te perdono por lo que has hecho. Amo a mi asesino... ¡Pero cómo podría amar el tuyo! 

Emily Brontë.

No hay comentarios:

Publicar un comentario